martes, mayo 29, 2007

La conversión



Driano = Dr. Adrian Cáceres Olazo, padre de Maria Fischinger

Por primera vez en su vida, Driano estaba angustiado. El siempre había logrado todas sus metas, obtenido todo lo que deseaba. Pero ahora ¡Cuán impotente se sentía! No podía hacer nada para curar a dos seres que tanto quería y que estaban en peligro de muerte.

Cuando el telegrama le informó que su señor padre, el senador puneño Andrés Cáceres estaba enfermado de gravedad en la ciudad de Lima, unos minutos antes había dejado la cama de su hijo que estaba luchando con la fiebre.

No podía dejar por mucho tiempo a su hijo en esas condiciones
Era hijo único y tenía que cuidar de su padre al igual que de su hijo.

La distancia era un obstáculo, pero con su poder y relaciones lo superaría, como siempre. En contacto con USA, contrató el avión que lo llevo a Lima pero al ver la condición en la que estaba su padre decidió llevárselo a la casa de Puno. El mismo día y en el mismo avión regreso con su padre a Puno.

Como siempre, había hecho todo lo posible, había usado todo su poder, con el que resolvía habitualmente los problemas que el gobierno le encargaba resolver. Pero había un límite a su poder.

A pesar del esmero con que Driano atendía a los enfermos,
ambos no daban señales de mejoría. Ya había hecho junta de médicos y acatado la prescripción emitida por esta. En esa época ese tipo de enfermedades no tenían curación. Recién se había descubierto una medicina que solo estaba disponible en el extranjero. Driano la había hecho buscar inútilmente pero no la encontró en ningún sitio.


Se admiraba de la fe del Obispo de la ciudad que se
había convertido en parte de su familia. La angustia apretaba su pecho y golpeaba sus sienes. Nadie en este mundo podría darle la mano. Siempre descreyó de la existencia de un poder superior al suyo, pero la fe firme del obispo le abrió un camino de esperanza.
Subió a la biblioteca y se arrodillo. No sabía ninguna oración. Con un corazón sincero pidió a Jesús por la salud de su padre y su hijo. Le prometió aprender la religión católica y estar a su servicio toda la vida.
Inexplicablemente, su corazón se lleno de paz y de esperanza.

alguien tocó la puerta. Al voltear hacia la puerta abierta vio que una mujer vestida de luto y con la cara cubierta como era la usanza de esa época.
-Dr. Cáceres, dijo la desconocida, sé que su padre y su hijo están muy enfermos, que usted busca penicilina. Yo conseguí esta para mi marido quien ya ha muerto y por lo tanto ya no la necesita.

Driano se quedó asombrado. El no había escatimado costo ni
recursos algunos para conseguir esta medicina. ¿Cómo esta señora la había podido conseguir?
Le ofreció pagarle. La señora no quiso aceptar pago alguno y mostró prisa por alejarse después de depositar en las manos de Driano la dosis suficiente para curar a los dos enfermos.

Driano comenzó a buscar en Puno, Arequipa y Lima a la misteriosa señora. Pidió a su secretario que revisara los registros de defunción y con asombro no encontró ninguna acta de defunción de un varón con las señas que la señora había dado.

Ambos enfermos fueron dados de alta, a los pocos días.

Driano consideró que ésta era una respuesta a sus plegarias. Comenzó a leer las escrituras, a escuchar con cuidado las palabras del Obispo y fiel a su palabra sirvió a Jesús hasta el final de sus días.

Maria Fischinger

La Adopción



Una foto del tiempo en que ocurrieron estos hechos. En la foto estan el
Dr. Adrian Cáceres Olazo, Maria y un sobrino.

Marcos y Maria entraron por el enorme portón plomo que daba entrada a un callejón empedrado con piedras negras y blancas que terminaba en un patio pavimentado de la misma manera.

A la derecha del Callejón estaba el estudio del abogado Driano Cáceres. Maria y Marcos se sentaron. Ella sollozaba silenciosamente y el semblante de Marcos denotaba una gran angustia.

Maria vestía una pollera negra, blusa blanca sobre la que llevaba un saco negro con mangas amplias recogidos en los puños. Una manta larga cubría su abundante cabellera peinada en dos sendas largas trenzas. Sobre de la manta tenia puesto un sombrero negro de estilo bombin.

Marcos vestía de un terno negro, una camisa blanca y un sombrero negro y ambos calzaban ojota hechas de jebe de llantas de carro. Toda la vestimenta era de confección casera y denunciaba que eran comuneros o gente que vivía en ayllu, una organización heredada de los ancestros.

Cuando Dr. Driano Cáceres salió a recibirlos y Marcos le informo que su hija Jesusa de doce años estaba en el hospital desahuciada y que los doctores les habían dicho que lo único que quedaba era hacerle placentero los últimos días de la muchacha.
Marcos y Maria suplicaban a Driano para que recibiera a Jesusa en su casa y que él tratara de curarla.

- Recuerden que soy abogado y no médico, repitió varias veces Driano.
Marcos y María insistían en sus suplicas. Estaban desesperados los médicos del hospital les habían explicado que la septicemia se había generalizado. La infección había destruido el funcionamiento del ojo y el oído derecho. Los pobres padres solo tenían una sola esperanza...Driano. Marcos se arrodillo ante Driano y suplico.

- Papacituy, tú eres nuestra única esperanza.
- Uds. están esperando mucho, respondió Driano, mientras sus ojos se fueron llenando de lágrimas.
-Vamos al hospital, dijo Driano, después de dar ordenes de que se desinfectara el comedor de fiestas y se armara allí una cama.

En el hospital los médicos le dijeron a Driano que los padres se habían descuidado y era demaciado tarde, solo faltaba esperar el desenlace.

Una ambulancia trasladó a la niña a la casa de Driano.

La carita redonda y agraciada de Jesusa estaba deformada, la fiebre la hacia delirar. La pobre niña entraba y salía de la inconsciencia.
La septicemia era causa de una extracción de muela hecha por un curandero y de Jesusa no haber seguido las instrucciones de no masticar sólidos por un tiempo.

Un anunció por la radio convocó una junta de médicos en la casa de Driano a la que casi todos los médicos de la ciudad de Puno asistieron. Se discutió el caso y busco el mejor tratamiento para salvar la vida de la niña. El médico de la familia, el Dr. Luis Torres se haría cargo del caso.


Felicitas, una de las hijas de Driano seria la enfermera ayudada por las demás hijas.
Las medicinas se le aplicaban por medio de suero.
Después de unos días la fiebre fue bajando, la infección fue controlada, pero Jesusa llevaría toda la vida las cicatrices de la terrible infección.

Marcos y María dejaron a Jesusa como sirvienta por un año en la casa de Driano, ese seria el pago por la curación. Driano le pidió a su hija Maruja que tratara de ganarse el cariño de Jesusa y que le enseñara a leer.
La tarea no fue fácil. Maruja estaba en ese momento fascinada por los Miserables de Víctor Hugo y empezó a leerlos en voz alta a Jesusa.

-Y.. ¿Qué es eso?

Pregunto confundida Jesusa.
La barrera del idioma se interpuso. Maruja no hablaba aymará y Jesusa hablaba muy poco el Castellano.

Jesusa odiaba la luz eléctrica que según ella rompía el balance entre el día-tiempo de trabajar y la noche- tiempo de descansar y conversar.
Detestaba también la música de la radio que destruía el silencio.

- Mira como han arruinado el río, lamento Jesusa al ver que el agua salia del caño.
Al cumplirse el año, Driano expreso a los padres de Jesusa su deseo de adoptarla pero solo si ella también lo deseaba. Jesusa se puso a llorar.

-Me siento como un ratón en una caja de fósforos. Me gusta salir al campo ver la línea del horizonte y sentir que el viento me acaricia mi rostro, solo así me siento libre como los pájaros. Ir al rió y recoger agua viendo a cada instante a la creación del Tata Dios. Todo su semblante reflejaba que se sentía como un pez fuera de agua.

Jesusa regresaría a vivir con sus padres e invito a Maruja a pasar con ellos una temporada en su casa..

El caserío de Marcos y Maria constaba de tres cuartos construidos a la usanza de sus ancestros. Carecía de agua potable y de todas las demás facilidades de la vida moderna.

-Niña Maruja, vamos a recoger agua, Jesusa invito alegremente.

La fría amarillenta puna se extendía por el horizonte bajo un azul intenso. Se podía escuchar el canto de las aves y a lo lejos ver los picos de los andes. Un rió no muy ancho pasaba por delante del caserío y allí las dos niñas fueron a recoger agua en dos tachos de lata.

El sol era el despertador y la comida principal por la mañana, cada miembro llevaba su fiambre para el mediodía.

- Hoy llevaremos las ovejas a la pampa, anunció Jesusa

Jesusa estaba en control de la situación.

- Al sacar las ovejas del corral hay que contarlas, le explicó a Maruja.
Sacaron las ovejas y se dirigieron a la pampa.
Allí corrieron por entre la paja brava y buscaron dulces zancayos.

El semblante de Jesusa reflejaba seguridad y alegría.
Mirando al sol y la sombra que formaba Jesusa sentenció.
- Son las tres de la tarde y pronto tendremos que juntar las ovejas para arrearlas al corral.

La familia se volvía a reunir durante el crepúsculo. Todos se sentaban en un círculo alrededor de la manta donde Maria ponía la comida. Marcos contaban cuentos referentes a sus ancestros. Jesusa gozaba pidiendo a su padre que volviera a contar la misma historia una y otra vez. Y la adopción fue permanente Maruja viajó por el mundo pero una parte de su alma siempre sera Aymara.

* Una foto reciente del Dr. Luis Torres D. y su esposa.

Maria Fischinger @ 2004

Los violines de Lima , huayno anonimo - Girasol

martes, mayo 01, 2007

Florencio Olazo - 2 de mayo 1,866



rincon

A mi tio abuelo Florencio Olazo
Una estrella fugaz

El 2 de mayo de 1866,
un grito urgente estremeció la costa
¡LIBERTAD!... ¡LIBERTAD!
y Florencio Olazo estaba presente
en El Torreon de la Merced.

Un estruendo...
una explosión...
gritos...
sangre...
y al final...
silencio,
silencio perpetuo.

Sueños destrozados,
sueños inconclusos,
cubrieron la vida
que aun no empezaba.

Estrella fugaz que tocó la tierra y
encontro mortaja y
tumba en el mar.

Florencio, tu muerte heroica y callada,
olvidada está en el tiempo.

Maria Fischinger @2007 - Chicago