Se escurrían los libros por tus manos
mientras bebías ávidamente de sus páginas.Tu sed jamás llego a saciarse.
A tu sombra la historia adquiría nuevo aroma,
corría libre, fluida y agradable. La convertías en apetitosa cena
que ofrecías con dedicación y esmero
a la juventud peruana que enseñaste.
El destino con su corvillo cruel
trunco un frutal copiosamente productivo.Guardaremos con esmero las semillas
en los pliegues del recuerdo y del alma
El aula enmudeció,
Palpita la lección en pechos juveniles.Aun las cabezas se inclinan
esperando el toque de tus manos.
Hermano, Arribaste a la orilla de la eternidad,
me llevas la delantera.Espérame, que estoy en camino.
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